‘Warrior nun’ (La monja guerrera, en español) es uno de los últimos títulos del gigante Netflix en usar España como escenario esencial para el desarrollo de sus productos streaming. A mediados de 2018, la compañía decidía establecer una de sus codiciadas bases en España, convirtiéndose así en la primera central de producción que Netflix creaba en Europa. Lo hacía impulsada por el éxito internacional de producciones españolas, como ‘La casa de papel’, que también utilizó Almería en su tercera temporada como plató, o ‘Élite’. Y es que, sin duda, el sur de España es un atractivo para la compañía fundada en 1997 por Reed Hastings. Lo hemos vuelto a ver en ‘White Lines’, creada por Alex Pina (‘La casa de papel’, ‘Vis a Vis’, ‘El embarcadero’), en la que el desierto de Tabernas y las numerosas referencias al spaguetti western rodado por Leone en la provincia almeriense, contaban con una importancia capital en la serie.
Ha llegado el momento de ‘Warrior nun’, que se estrenó ayer jueves, 2 de julio, en todo el mundo. En esta ocasión las productoras encargadas de la filmación fueron Barry’s Reality Distortion Field y Fresco Film Services, bien conocida esta última entre los profesionales de nuestra provincia. Así pues, Ronda, Antequera, Málaga y Sevilla, fueron testigos del rodaje del 11 de marzo al 5 de julio de 2019.
Entre los múltiples profesionales nacionales e internacionales que se asoman a la producción, destacan tres socios de TESA (Vero Wintxita, Chele Guardia y Rafa Alcaraz), que aportaron su quehacer en el departamento de arte, fundamental para entender esta historia de monjas guerreras contra las fuerzas demoniacas, basada en el cómic ‘Warrior Nun Areala’ de Ben Dunn publicado entre 1994 y 2002. En la adaptación, una joven huérfana despierta en una morgue y descubre que una secta secreta de monjas cazademonios le ha conferido superpoderes.
Para entender qué ha supuesto recrear este particular mundo a nivel artístico, hablamos con Vero Wintxita y Chele Guardia.
Vero Wintxita (Bilbao, 1976), tras idas y venidas dentro y fuera de nuestro país, se formó como Técnico Auxiliar en Diseño Gráfico, Decoración de Interiores y Exteriores, y Técnico en Imagen y Sonido, hasta que recayó en Bilbao el rodaje de la archiconocida ‘Juego de Tronos’, donde trabajó en el departamento de localizaciones durante el pre-rodaje (trabajo de oficina, cortes de calles, preparación de naves, etc.). El departamento de arte precisaba de un auxiliar en ambientación con conocimientos de inglés (Vero había vivido dos años en Londres) y se unió al equipo. La experiencia cambió por completo su vida. Tanto, que cuando el rodaje dejó la capital vizcaína para trasladarse a Sevilla y Cáceres, se movió con ellos para trabajar en el departamento de transportes de la macroproducción. Allí conoció a nuestro siguiente protagonista, Chele Guardia (Almería, 1983) que, por amor y trabajo, la convenció para afincarse en Almería. Tras ‘Juego de Tronos’ surgieron más rodajes internacionales, que afianzaron a Vero en la industria, como ‘Quién mató a Don Quixote’ de Terry Gilliam.
Llegó a ‘Warrior nun’ por la recomendación de conocidos con los que ya había trabajado, y se convirtió en la regidora/props buyer (encargada de todos aquellos elementos y objetos que otorgan veracidad a una escena). Era la primera vez que ejercía en este puesto de responsabilidad dentro del departamento de arte, lo cual supuso para ella un “brutal”, como lo ha descrito, aprendizaje. Esta vez fue ella la que introdujo a Chele en el mundo de estas monjas guerreras de katana en mano como standby prop assistant (ayudante del atrecista en rodaje).
Él es bien conocido en la industria almeriense. Licenciado en Comunicación Audiovisual, tiene más de 10 años de experiencia en el cine, en los que ha pasado por distintos departamentos. Actualmente se dedica de lleno al departamento de Arte, destacando proyectos como ‘The Crown T4’ (Netflix, 2019) o ‘Veneno’ (A3Player, 2019), entre otras. La producción en cuestión necesitaba un ayudante de atrecista para el equipo, pero con Chele no todo fue tan fácil como con Vero, no lo tuvieron claro desde un inicio por un motivo que se repite de manera frecuente en la profesión: estaba “sobrecualificado”. Arrastraba un curriculum muy amplio a sus espaldas en diferentes departamentos que no se correspondía con el sueldo ajustado que se ofrece en un cargo como ayudante de atrecista, pero él, que llevaba tiempo deseando tocar todos los palos dentro del departamento de arte, no tuvo reparos en manifestar que quería formar parte del equipo en este role a toda costa.
Ambos coinciden en que no hay grandes diferencias a la hora de trabajar para un gigante internacional como Netflix y el resto de producciones, y que sólo la existencia de algunas normas de comportamiento en el trabajo que la plataforma establece, y otras destinadas al producto audiovisual que son acuerdos entre la plataforma y los creadores/realizadores del proyecto, son las novedades que han tenido que incorporar a sus metodologías de trabajo. Estos últimos requisitos sí atañen a cada departamento y, en este proyecto en concreto, era visible en la utilización de algunas marcas específicas en los props o la prohibición de tabaco en acción por parte de actores y figuración.
Tanto Chele como Vero ya habían rodado con anterioridad con Fresco Film, un referente en cuanto a services en nuestro país, y pueden aventurarse a decir que quizás el hecho de que Netflix se haya instalado en España permite a este tipo de empresas que el equipo de rodaje sea prácticamente en su totalidad español o residente en España, lo cual hace que el producto sea “un poquito más nuestro”, y eso lo notan también las producciones internacionales. “En España, la cultura y el trabajo del cine profesional llevan haciéndose mucho tiempo. Almería ofrece una serie localizaciones con diferentes características, a veces un poco extremas, como por ejemplo el desierto, con factores determinantes como la temperatura, el terreno, etc. ¿Y quién conoce mejor que los técnicos almerienses todo ese tipo de condicionantes y como trabajar con ellos?”, añade Vero. Chele tiene claro qué es lo que aportan los técnicos españoles a todos estos proyectos internacionales: “Saber hacer. Creo que hemos sido y somos muy buenos, siempre lo demostramos y además, los extranjeros lo saben. Es una cosa conocida. A nivel local igual. Pienso que, en el mundo del service, los técnicos almerienses están muy bien considerados, y debemos seguir en esa línea”.